lunes, 25 de junio de 2007

ALEJANDRO MAGNO



Alejandro III de Macedonia, llamado el Grande (Alejandro Magno; en griego Μέγας Αλέξανδρος, transliterado como Megas Alexandros [1]; Pella, 21 de julio de 356 adC - Babilonia, 13 de junio de 323 adC[2]), rey de Macedonia desde 336 adC hasta su muerte. Es considerado uno de los líderes militares más importantes de la Historia, por su conquista del Imperio Aqueménida.
Tras la unificación de múltiples ciudades-estado de la Grecia antigua bajo el dominio de su padre, Filipo II de Macedonia (tarea que el hijo tuvo que repetir dos veces a causa de la rebelión de los griegos del sur tras la muerte de Filipo), Alejandro conquistó el Imperio Persa, incluyendo Anatolia, Siria, Fenicia, Judea, Gaza, Egipto, Bactriana y Mesopotamia, y amplió las fronteras de su propio imperio hasta la región del Punjab. Antes de su muerte, Alejandro había hecho planes para girar hacia el oeste y conquistar Europa. También quería continuar la marcha hacia el este para encontrar el fin del mundo, ya que su tutor durante su niñez, Aristóteles, le había contado historias sobre el lugar donde la Tierra acababa y empezaba el Gran Mar Exterior. Alejandro integró extranjeros [3] en su ejército y administración, lo que ha sido definido por algunos académicos como una "política de fusión". Favoreció el matrimonio entre miembros de su ejército y extranjeras, y lo practicó él mismo. Tras doce años de campañas militares contínuas, Alejandro murió, posiblemente de malaria, fiebre tifoidea o encefalitis vírica.
Con ello, su dinastía, encarnada en individuos incapaces o de corta edad, llegó a su fin, y su imperio fue repartido entre sus generales, los llamados diádocos (sucesores), pero sus conquistas resultaron en siglos de dominio y colonización griegas sobre áreas lejanas, conocido como período helenístico, una combinación de las culturas griega y mesoriental.
Alejandro persistió en la historia y mitos tanto de la cultura griega como de las no griegas. Tras su muerte (e incluso durante su vida) sus conquistas inspiraron una tradición literaria en la que aparece como un héroe legendario, en la tradición de Aquiles. También es mencionado en el libro zoroástrico de Arda Viraf como "el maldito Alejandro", por la conquista del Imperio y la destrucción de su capital, Persépolis. Se le conoce como Eskandar-e Maqduni (Alejandro de Macedonia) en persa, Dhul-Qarnayn (el de los dos cuernos) en las tradiciones del Medio Oriente , al-Iskandar al-Kabeer en árabe, Sikandar-e-azam en Urdu e Hindi, Skandar en Pashto, Alexander Mokdon en Hebreo, y Tre-Qarnayia en Arameo (el de los dos cuernos), aparentemente a causa de una imagen empleada en las monedas acuñadas durante su reinado en la que al parecer se le muestra luciendo los cuernos de carnero del dios egipcio Amón. Sikandar, su nombre en Urdu e Hindi, también se emplea como sinónimo de "experto" o "extremadamente hábil".
Batallas de Alejandro Magno (338 adC a 326 adC)
QueroneaGránicoIssosTiroGaugamelaHidaspes
Tabla de contenidos[ocultar]
1 Vida
1.1 Nacimiento e infancia
1.2 Ascenso al poder
1.3 La conquista de Persia
2 El Ejército de Alejandro Magno
3 Alejandro y Egipto
4 Muerte de Alejandro
5 Después de Alejandro
6 Matrimonios y sexualidad de Alejandro
7 Alejandro en la posteridad
7.1 Alejandro Magno en la literatura
7.2 Alejandro Magno en el cine
7.3 Juicios sobre su personalidad
8 Referencias
8.1 Notas
8.2 Bibliografía
9 Véase también
10 Enlaces externos
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Vida [editar]

Nacimiento e infancia [editar]
Hijo de Filipo II, rey de Macedonia (dinastía de los Argéadas), y de Olimpia, princesa de la Casa Real de Epiro. Se cuenta que el día de su nacimiento se tuvo noticia en la capital de tres triunfos: el del general Parmenión frente a los Ilirios, el fin victorioso del sitio a una ciudad portuaria por su padre y la victoria del carro del rey en competición, lo que fueron considerados increíbles augurios.[4] Probablemente fueran invenciones posteriores, a raíz de la leyenda que dejó este personaje. Alejandro era de hermosa presencia, cutis blanco, cabello castaño claro y ondulado, ojos heterócromos (uno marrón -el izquierdo- y otro gris, aunque no se sabe si dicha heterocromía fue de nacimiento o como consecuencia de un traumatismo craneal), y tenía el hábito de inclinar ligeramente la cabeza sobre el hombro derecho[5]
Su educación fue inicialmente dirigida por Leónidas[6], un austero y estricto maestro macedonio que daba clases a los hijos de la más alta nobleza, quien lo inició en los ejercicios corporales. También se encargó de su educación Lisímaco, un profesor de letras bastante más amable y que se ganó el cariño del Magno llamándole Aquiles y a su padre, Peleo[7]. Sin embargo a los trece años, pronto fue puesto al cuidado de Aristóteles, que sería su maestro en un retiro en la ciudad macedonia de Mieza, enseñó a Alejandro la política, la elocuencia y la historia natural. Sabía de memoria los poemas homéricos y todas las noches colocaba La Ilíada debajo de su lecho.[8]. También leyó con avidez a Herodoto y a Píndaro.
Muy pronto (340 adC) su padre lo asoció a tareas del gobierno nombrándolo regente, a pesar de su juventud.[9] En el 338 adC dirigió la caballería macedónica en la batalla de Queronea, siendo nombrado gobernador de Tracia ese mismo año.[10] Desde pequeño, Alejandro demostró las características más destacadas de su personalidad: activo, enérgico, sensible y ambicioso. Es por eso que a pesar de tener apenas 16 años, se vio obligado a repeler una insurrección armada.[11] Se afirma que Aristóteles le aconsejó esperar para participar en batallas, pero Alejandro le respondió: "Si espero perderé la audacia de la juventud".
Se cuentan numerosas anécdotas de su niñez, siendo la más referida aquella que narra Plutarco:[12] Filipo II había comprado un gran caballo al que nadie conseguía montar ni domar. Alejandro, aun siendo un niño, se dio cuenta de que el caballo se asustaba de su propia sombra y lo montó dirigiendo su vista hacia arriba, hacia el Sol. Su padre le dijo tras domar a su caballo, Bucéfalo: "Macedonia es demasiado pequeña para ti". En efecto, Alejandro quedaba libre para empezar la guerra contra Persia.
Un nuevo matrimonio de su padre, que podría llegar a poner en peligro su derecho al trono, (no conviene olvidar que el mismo Filipo fue regente hasta la mayoría de edad de su sobrino, pero se adueñó del trono) le alejó de su padre. Es famosa la anécdota de cómo, en la celebración de la boda, el nuevo suegro de Filipo (un poderoso noble macedonio llamado Atalo) rogó porque el matrimonio diera un heredero legítimo al rey, en alusión a que la madre de Alejandro era una princesa de Epiro y que la nueva esposa de Filipo siendo macedonia daría a luz a un heredero totalmente macedonio y no mitad macedonio y mitad epirota como Alejandro, con lo cual sería posible que se relegara a este último de la sucesión. Alejandro se enfureció y le echó encima el contenido de su copa, espetándole: "Y yo ¿qué soy? ¿un bastardo?". Cuando Filipo, borracho, se acercó a poner orden, Alejandro se burló diciendo ”Quiere cruzar Asia, pero ni siquiera es capaz de pasar de un lecho a otro sin caerse”. La historia le valió la ira de su padre, teniendo que huir. Sin embargo, terminaría por perdonarle.[13]

Ascenso al poder [editar]
Después del asesinato de su padre en el año 336 adC a manos de Pausanias, un capitán de su guardia, Alejandro heredó el reino cuando solamente tenía veinte años. La conspiración detrás del asesinato, aunque atribuida generalmente a una historia amorosa del rey, ha dejado a la madre de Alejandro, Olimpia, y a los persas como posibles sospechosos [14].
Este momento de aparente debilidad de la monarquía macedónica supuso que toda la Grecia sometida por Filipo se alzase en armas, pero Alejandro dio resueltamente pruebas de su fuerza militar: atravesó Tesalia, sometiéndola[15], (ya había sido conquistada por Filipo), venció a los griegos tomando y destruyendo Tebas[16], y Atenas se vio obligada así a acatar su poder[17]. Se hizo nombrar Hegemon, título que ya había ostentado su padre y que lo situaba como gobernador de toda Grecia[18].
Consolidada así la hegemonía macedónica, Alejandro teniendo a su disposición un estado consolidado tras las reformas internas de Filipo II, se dispuso a cumplir su último proyecto: Conquistar el Imperio Persa.

Alejandro cortando el nudo gordiano, por Jean-Simon Berthélemy (Escuela de Bellas Artes, París)

La conquista de Persia [editar]
Alejandro tenía la noble idea de liberar a los más de 10.000 griegos que se encontraban bajo poder persa en Asia Menor para que se unieran al resto del mundo helenao, como era el plan de su padre. Comenzó entonces por la propia Asia Menor, en donde los persas ofrecieron débil resistencia, venciendo en la Batalla del Gránico, a orillas del riachuelo Gránico. En este lugar, los sátrapas le opusieron un ejército de 40.000 hombres, en su mayor parte, griegos mercenarios comandados por el astuto Memnón de Rodas[19]. En este combate, Alejandro estuvo cerca de la muerte, pues un persa trató de asesinarlo por la espalda, pero salvó la vida, gracias a Clito, su fiel amigo, que de un sablazo derribó al agresor.[20]Las ciudades griegas de las costas se entregaron ya sea por miedo o por querer ser liberadas.[21]
A finales de 334 adC decidió invernar en Gordión, antigua capital de Frigia. Allí se encontraba un famoso carro real, sujeto a un nudo complicadísimo. Según el oráculo de Gordión, quien supiera deshacerlo conquistaría Asia[22]. No se sabe si Alejandro desató el nudo pacientemente o si lo partió con su espada. En cualquier caso, la tormenta que siguió al hecho fue interpretada como un claro signo de que Zeus lo aprobaba.[23]

Alejandro combatiendo contra el rey persa Darío III en la batalla de Issos. Detalle del mosaico de la casa del Fauno de Pompeya (Museo Arqueológico Nacional de Nápoles).
Una contraofensiva marítima de los persas en el Egeo, al mando de Memnón de Rodas y su flota, puso en peligro a la Grecia continental [24], pero esta amenaza se detuvo después de la victoria de Alejandro sobre Darío III en la batalla de Isos (pequeña llanura situada entre las montañas y el mar cerca de Siria) en el 333 adC, en la cual, el rey Darío huyó amparado en la oscuridad de la noche dejando en el campo de batalla sus armas y su manto púrpura[25]. El rey, tomó conciencia de la amenaza y envió propuestas de negociación, que fueron desestimadas. Sin embargo, la familia de Darío III fue capturada en el interior de una lujosa tienda. Alejandro trató a todos con gran cortesía y les manifestó que no tenía ninguna cuestión personal contra Darío, sino que luchaba contra él para conquistar Asia[26].
Alejandro conquistó fácilmente Fenicia, con excepción de la isla de Tiro, debiendo mantener un largo asedio (de enero a agosto de 332 adC), conocido como el Sitio de Tiro[27]. Conquistada Tiro Alejandro pensó que podía seguir conquistando a su antojo y se dirigió a Egipto, en donde se hizo proclamar 'Hijo de Amón', título reservado sólo para los faraones[28]. Allí fue bien recibido por los egipcios quienes le apoyaban por su lucha contra los persas. En esa época controló la situación de rebeldía en Anatolia y el Egeo[29], de tal modo que en la primavera del 331 adC, desde Tiro, organizó los territorios conquistados. Darío, con un ejército más numeroso, decidió hacerle frente en Gaugamela a orillas del Tigris, pero apenas logró salvar su vida, ya que pese a la superioridad numérica se vio derrotado por el genio militar del joven rey macedonio[30].
En ambas ocasiones el emperador persa escapó huyendo[31]. Darío fue traicionado por sus nobles y asesinado[32]. Alejandro habría de honrar a su otrora rival y enemigo y perseguir a sus asesinos[33].
Los extranjeros que vivían en Persia se sintieron identificados con Alejandro y se comprometieron con él para venerarle como nuevo gobernante. En su idea de conquista también estaba la de querer globalizar su imperio mezclando distintas razas y culturas. Los sátrapas en su mayoría fueron dejados en su puesto, aunque controldos por un oficial macedonio que controlaba el ejército.
En el 330 Filotas, hijo de Parmenión, fue acusado de conspirar contra Alejandro y asesinado junto con su padre (por miedo a que éste ser rebelara al enterarse de la noticia)[34]. Asimismo, el primo de Alejandro, Amintas, fue ejecutado por intentar pactar con los persas para ser el nuevo rey (de hecho, era el legítimo sucesor)[35]. Tiempo después hubo una nueva conjura contra Alejandro, ideada por sus pajes, la cual tampoco logró su objetivo. Tras esto, Calístenes (quien hasta ese momento había sido el encargado de redactar la historia de las travesías de Alejandro), fue considerado como impulsor de este complot, por lo que fue condenado a muerte, sin embargo él se quitó antes la vida[36].
Uno de sus generales más queridos del último ejército legado por su padre fue Clito, apodado "El Negro", al que Alejandro nombraría antes de este incidente sátrapa de Bactriana. Alejandro, adoptando la costumbre persa de la proskynesis, pretendió ser adorado como un dios. En un banquete, su amigo Clito, cansado de tantas lisonjas y de oir cómo Alejandro se proclamaba mejor que su padre Filipo, le dijo indignado: toda la gloria que posees es gracias a tu padre; incorporándose volvió a gritarle: Sin mí, hubieras perecido en el Gránico[37].
Alejandro, que estaba ebrio, buscó su espada, pero uno de los guardias la ocultó. Clito fue sacado del lugar por varios amigos, pero regresó por otra puerta, y mirando fijamente al conquistador, repitió un verso de Eurípides: Qué perversa costumbre han introducido los griegos. Alejandro arrebató una lanza a uno de los guardias y mató a Clito, que se desplomó en medio del estupor de los presentes. Arrepentido del crimen, pasó tres días encerrado en su tienda y algunos afirman que hasta trató de suicidarse a consecuencia de la muerte de su amigo.[38]
Tras muchas peripecias y conquistas, Alejandro había invadido la Sogdiana y la Bactriana[39], se había casado con la princesa Roxana[40], y llevaría a su ejército a atravesar el Hindu Kush[41] y a dominar el valle del Indo, con la única resistencia del rey indio Poros en el río Hydaspes[42].

Extensión del imperio de Alejandro Magno
A sus treinta y dos años su imperio se extendía hasta el valle del Indo por el Este y hasta Egipto por el Oeste, donde fundó la famosa ciudad de Alejandría[43] (hoy Al-Iskandría, الاسكندرية). Fundador prolífico de ciudades, esta ciudad egipcia habría de ser con mucho la más famosa de todas las Alejandrías fundadas por el también faraón Alejandro. De las 70 ciudades que fundó, 50 de ellas llevaban su nombre.
Con sus acciones extendió ampliamente la influencia de la civilización griega y preparó el camino para los reinos del período helenístico y la posterior expansión de Roma. Fue además gran amante de las artes. Alejandro era consciente del poder de propaganda que puede tener el arte y supo muy bien controlar la reproducción de su efigie cuya realización sólo autorizó a tres artistas: un escultor, Lisipo, un orfebre y un pintor, Apeles[44]. Los biógrafos de Alejandro cuentan que éste tenía en gran aprecio al pintor y que visitaba con frecuencia su taller y que incluso se sometía a sus exigencias.

El Ejército de Alejandro Magno [editar]
El ejército macedonio bajo Filipo II y Alejandro Magno consistía de diferentes cuerpos complementándose entre sí: caballería pesada; caballería ligera; infantería pesada e infantería ligera.
La caballería pesada la constituían los hetairoi o compañeros formados en escuadrones ilai de 256 jinetes con casco beocio, coraza de bronce o linotorax, equipados con xyston o lanza de 3,80 m y una espada. Los compañeros formaban la unidad élite de caballería aristocrática macedonia, siendo el principal elemento ofensivo de Alejandro. En batalla los compañeros se formaban a la derecha de los hypspistas; los 9 escuadrones en el orden del día con el escuadrón real de 300 jinetes tomando el lugar de honor en la línea bajo el mando de Clito cuyo deber era el de proteger al rey en batalla, a su izquierda se formaban los otros compañeros en 8 escuadrones de 256 compañeros subdivididos en 4 unidades de 64 jinetes bajo el mando de Filotas. La infantería macedonia actuaba de "yunque", mientras que la caballería era el "martillo" que azotaba al enemigo. En frente de los compañeros se formaban los arqueros y agrianos y protegiendo su flanco derecho los prodromoi y demás caballería ligera.

El denominado "Sarcófago de Alejandro Magno" (Museo Arqueológico de Estambul)
La caballería aliada tesaliana servía también como caballería pesada, armados y equipados como los compañeros, presuntamente la mejor caballería de toda Grecia y cuyo deber era proteger el flanco izquierdo de la falange macedonia. El escuadrón de Farsalia le servía de guardia a Parmenio. Al principio de la campaña había 1.800 jinetes tesalios.
Estos a su vez eran suplementados por el resto de la caballería pesada griega, este contingente aliado era parte de la fuerza con que contribuyó la Liga Helénica al ejército macedonio y que además servían de rehenes para el buen comportamiento de sus respectivas ciudades.
La caballería ligera consistía de los prodromoi o exploradores con casco beocio y sin más armadura, cuyo deber era el de reconocer el territorio enemigo que el ejército atravesaría, y en batalla se formaban a la derecha de los compañeros, usaban la sarissa o pica de los falangistas pero podían ser rearmados con jabalinas para reconocimiento y exploración.
Los prodromoi a su vez eran suplementados por la caballería tracia, odrisios y paionios en su mayoría, armados y equipados con casco tracio o en caso de los paionios con casco ático sin más armadura y blandiendo lanza y espada.

Alejandro y Egipto [editar]
La cultura del antiguo Egipto impresionó a Alejandro desde los primeros días de su estancia en este país. Los grandes vestigios que él veía por doquier le cautivaron hasta el punto que quiso faraonizarse como aquellos reyes casi míticos. La Historia del Arte nos ha dejado testimonio de estos hechos y apetencias. En Karnak existe un relieve donde se ve a Alejandro haciendo las ofrendas al dios Amón, como lo hace un converso. Viste la indumentaria faraónica:
Klaft faraónico (el manto que cubre la cabeza y va por detrás de las orejas, clásico del antiguo Egipto), más la corona Doble, roja y blanca, que se sostiene en equilibrio inestable.
Cola litúrgica de chacal, que con el tiempo se transformó en "cola de vaca".
Ofrenda en cuatro vasos como símbolo para indicar "cantidad", "repetición", "abundancia" y "multiplicación".
En los jeroglíficos del muro se distinguen además dos títulos de Alejandro-faraón que se presentan dentro de un serej y un cartucho egipcio:
Nombre deHorus:

ḥr mk kmt (Horus Mek Kemet)Protector de Egipto (Kemet)
Nombre de Nesut-Bity:


stp.n rˁ mr imn (Setepenra Meryamón)Elegido de Ra; Amado de Amón
Nombre de Sa-Ra:



ˁ l k s i n d r s (Aleksanders)Alejandro

Muerte de Alejandro [editar]
Para más información, véase Tumba de Alejandro Magno
Alejandro Magno murió a la edad de 32 años, tras caer enfermo en la fiesta de su amigo Medio. Las teorías que apuntan a la muerte por ingestión de alcohol no se sostienen, ya que según las fuentes Alejandro ya se encontraba algo indispuesto al acudir a la velada: el vino, ingerido íntegramente de su copa de Hércules según era tradición en Macedonia (véase cántharus) no hizo más que agravar su malestar, pero no lo causó.
Desde entonces abundan las hipótesis al respecto de su muerte. Teorías actuales señalan como causa a la enfermedad vírica conocida como fiebre del Nilo. Otra es la de la malaria derivada en leucemia. Otras apuntan al envenenamiento por parte de sus generales para apoderarse del Imperio, teniendo como principales sospechosos a Casandro y su copero Yolas, quienes supuestamente le administraron un veneno en forma de agua putrefacta de los pantanos cercanos a Babilonia. Otras teorías apuntan a que fue Aristóteles, el antiguo tutor de Alejandro, quien les facilitó el veneno en venganza por el asesinato de su sobrino Calístenes. Pero la hipótesis del envenenamiento es actualmente descartada por la mayoría de los historiadores. Según R. L. Fox, no existía un veneno capaz de prologar sus efectos durante más de una semana, ni los autores del crimen querrían arriesgarse durante tanto tiempo.

Después de Alejandro [editar]
A la muerte de Alejandro quedaron ciertos personajes como familiares y herederos como su madre Olimpia, su esposa Roxana, su hijo Alejandro, su amante Barsine y su hijo Heracles, personajes que fueron víctimas mortales del odio del despiadado y ambicioso Casandro, su sucesor en el poder, y su probable asesino, asunto éste que, según ciertos historiadores, no se debe juzgar con la óptica actual sino con la de aquellos tiempos.
Dichos personajes eran: Filipo Arrideo, (que llegó a ser por poco tiempo Filipo III de Macedonia), hijo de Filipo II y hermanastro de Alejandro, más su esposa Eurídice (joven macedonia, mandada asesinar por Olimpia de Epiro después de la muerte de Filipo Arrideo). Roxana, princesa bactriano-persa viuda de Alejandro, embarazada; fue su última esposa, mandada asesinar por Casandro. Más tarde nació su hijo llamado también Alejandro, que llegó a ser Alejandro IV por poco tiempo, pues a los 13 años fue también asesinado por orden de Casandro. Había asimismo dos viudas más de Alejandro, hijas del rey Darío, Barsine-Estatira (su primera esposa con quien concibió un hijo, cuyo embarazo no llegó a término) y su hermana Parisatis. Aquí ocurre una paradoja, pues la primera mujer con la que Alejandro mantuvo una relación se llamó también Barsine. Era esposa de Memnón de Rodas, mercenario griego que luchaba por Darío. Se dice que tuvo al primogénito de Alejandro, Heracles, aunque muchos argumentan que se trataba de una argucia para conseguir poder y que Heracles no era vástago del Magno. De todas formas, tanto ella como su hijo fueron mandados asesinar por Casandro en el 309 a.C.
En el transcurso de unos pocos años, no quedó ningún miembro de la familia de Alejandro Magno. El reino también sufrió grandes divisiones a causa de disputas entre los generales más cercanos a Alejandro, muchos trataron de mantener el imperio unido pero bajo su mando, lo que generó una sucesión de batallas y campañas que derivaron en la división en varios reinos independientes que fundaron sus dinastías.
Dinastía Ptolemaica: Ptolomeo estuvo desde un primer momento en Egipto y se mantuvo aislado y estable desde un primer momento.
Dinastía Antigónida: Ubicada en Macedonia como centro y con Casandro como rey, esta dinastía ocupó también Grecia.
Dinastía Seleúcida: Con base en Babilonia y Siria, Seleuco dominó después un territorio más amplio, ya que se adueñó de Asia que estaba en poder de Antígono Monoftalmos.
Lisímaco obtuvo Tracia y Asia Menor pero no logró una sucesión.

Matrimonios y sexualidad de Alejandro [editar]
Generalmente se considera que el apego emocional más grande que tuvo Alejandro fue por su compañero, comandante de caballería y posible amante, Hefestión. Probablemente fueron amigos desde la niñez, dado que Hefestión también recibió educación en la corte del padre de Alejandro. Hefestión hace su aparición en la historia en el momento en que alcanza Troya. Allí ambos amigos hacen sacrificios en los altares de los héroes de la Ilíada; Alejandro honrando a Aquiles y Hefestión a Patroclo. Como Aeliano (o Eliano) en su Varia Historia (12,7) afirma, “De esa manera Alejandro implicó que él (Hefestión) era su objeto de amor, como Patroclo lo fue de Aquiles.”
Muchos discutieron su sexualidad ambivalente. La carta 24 atribuida a Diógenes de Sinope —aunque escrita en el primer o segundo siglo de nuestra era, y reflejando probablemente los chismes de los días de Alejandro— expresa que amonestó a Alejandro diciendo “Si quieres ser hermoso y bueno (kalos kai agathos), arroja ese trapo que tienes sobre tu cabeza y ven con nosotros. Pero no serás capaz de hacerlo, dado que estás dominado por los muslos de Hefestión.” Y Curcio relata que “Alejandro despreciaba los placeres sensuales a tal grado que su madre estaba ansiosa por temor de que éste no le dejase descendencia.” Para agudizar su apetito por las mujeres el rey Filipo (quien ya había reprochado a su hijo por cantar en voz demasiado aguda), junto a su madre Olimpia, trajo a una costosa cortesana llamada Kallixeina. Pero no todos los antiguos pensaban igual. Eumenes (370-265) afirmaba que Alejandro “no se sentía a gusto con el sexo".
Posteriormente, a lo largo de su vida, Alejandro se casó con varias princesas de los anteriores territorios persas: Roxana de Bactriana, Estateira, hija de Dario III, y Parysatis, hija de Oco. Alejandro fue padre de al menos dos niños: Heracles, nacido en el 327 adC de su concubina Barsine, hija del sátrapa Artabazo II de Frigia Helespóntica, y Alejandro IV de Macedonia, de Roxana, en el 323 adC.
Curtió mantiene que Alejandro también tomó como amante a “... Bagoas, un eunuco de excepcional belleza y en la flor de su juventud, con el cual Darío había intimado y con el cual Alejandro luego intimaría” (VI.5.23) (en la antigüedad los eunucos solían ser emasculados sólo de las gónadas). Eumenes escribe que, antes de aventurarse aún más al Este, Alejandro instaló a Bagoas en una villa en las afueras de Babilonia y requirió a todos sus oficiales y cortesanos —ya fuesen griegos o persas— a rendirle honores (esto es, a presentarle costosos regalos). El favor de Alejandro por Bagoas es también obvio con el subsiguiente nombramiento de éste como uno de los trierarcas, quienes eran hombres de carácter que supervisaban y financiaban la construcción de barcos para el viaje de regreso a la patria. Su relación parece haber sido bien conocida entre sus tropas, ya que Plutarco relata un episodio (también mencionado por Athenaios y Dicaearco) durante unos festejos cuando regresaban de la India, en los cuales sus hombres clamaban a Alejandro que besase abiertamente a Bagoas, accediendo a esta solicitud. Cualquiera que fuese su relación con Bagoas, no fue impedimento para que éste tuviese relaciones con su reina: seis meses después de la muerte de Alejandro, Roxana dio a luz a su hijo y heredero Alejandro IV. Además de Bagoas, Curcio menciona otro amante de Alejandro, Euxenippos, “cuya joven belleza lo llenaba de entusiasmo” (VII,9,19).
La cuestión de si Alejandro fue homosexual, bisexual o incluso transformista (durante las fiestas ocasionalmente se vestía con el vestido plateado de Atenea), tomando para ello su significado moderno, es controvertida.
Recientemente, muchos griegos han expresado indignación ante tales sugerencias en relación con su héroe nacional. Ellos argumentan que los relatos históricos que describen las relaciones sexuales de Alejandro con Hefestión y Bagoas fueron escritos siglos después de los hechos, y que de ese modo nunca puede establecerse cuál fue la relación “real” con sus acompañantes masculinos. Otros argumentan que lo mismo puede ser dicho respecto de toda la información disponible acerca de Alejandro Magno.
Tales debates, de todos modos, son considerados anacronismos por los eruditos en ese período, quienes señalan que el concepto de homosexualidad no existía en la Antigüedad: la atracción sexual entre hombres era vista como normal y parte universal de la naturaleza humana, ya que el hombre era atraído hacia la belleza, que era un atributo de la juventud, independientemente del sexo. Si la vida amorosa de Alejandro fue transgresora lo fue no por su amor hacia jóvenes bellos, sino por su relación con hombres de su propia edad en un tiempo en el que el modelo estándar del amor masculino era el que relacionaba hombres mayores con otros mucho más jóvenes.

Alejandro en la posteridad [editar]
Principalmente en Asia, Alejandro Magno es adjetivado Dhul-Qarnayn (El de dos cuernos)[45], porque se hacía representar como el dios Zeus-Amón, llevando una diadema con dos cuernos de carnero (el animal que representa a Amón), y por los dos largos penachos blancos que salían de su yelmo.
La figura del rey macedonio se prestó desde la Antigüedad a todo tipo de fantasías legendarias. Así, una leyenda neogriega[46] recogida por Nikolaos Politis presenta a Alejandro obsesionado por la inmortalidad (como Gilgamesh) y emprendiendo en vano la búsqueda del agua sagrada que podría proporcionársela.

Alejandro Magno en la literatura [editar]
De 1969 to 1981 Mary Renault escribió una trilogía de ficción histórica sobre Alejandro: Fuego en el paraíso (sobre su niñez y adolescencia), El muchacho persa (la campaña de Asia a partir de la conquista de Persia, narrada desde el punto de vista del eunuco Bagoas), y Juegos funerarios (sobre las luchas de los diádocos). Alejandro también aparece brevemente la novel La máscara de Apolo, y se alude diretamente a él en El último vino, e indirectamente en The Praise Singer. Además de estas obras de ficción, Renault también escribió una biografía histórica, The Nature of Alexander (traducida al castellano simplemente como Alejandro Magno).
El escritor francés Roger Peyrefitte escribió una trilogía sobre Alejandro que es considerada una obra maestra de erudición[cita requerida]: La Jeunesse d'Alexandre (1977), Les Conquêtes d'Alexandre (1979) y Alexandre le Grand (1981).
Una tercera trilogía fue escrita por el italiano Valerio Massimo Manfredi en 1998: El hijo del sueño, Las arenas de Amón y El confín del mundo.
La novela Alejandro Magno, de Gisbert Haefs.
Y por último, el libro de ficción Alejandro Magno y las águilas de Roma, de Javier Negrete, publicado recientemente en España.

Alejandro Magno en el cine [editar]
La figura de Alejandro III ha inspirado a numerosos cineastas:
Sikander (1941), dirigida por Sohrab Modi, narra la campaña en la India, y en especial, la batalla del Hydaspes.
Alejandro el Grande (1956), dirigida por Robert Rossen. El rey macedonio es interpretado por Richard Burton.
Alejandro Magno (2004), dirigida por Oliver Stone. El conquistador es interpretado por Colin Farrell.

Juicios sobre su personalidad [editar]
Flavio Arriano: "Cualquiera que hable mal de Alejandro, que lo haga contando no sólo las cosas censurables que Alejandro hizo, sino que junte todo lo que Alejandro llevó a cabo, y vea así el conjunto. Que considere ese tal quién es él mismo y cuál es su suerte, y frente a eso, que calcule quién llegó a ser Alejandro y hasta qué grado de humana felicidad llegó... Que hable mal ese tal de Alejandro, él que será un personajillo insignificante que se ocupa en pequeñeces y es incapaz incluso de poner orden en ellas."[47]
Mary Renault: "Los (historiadores) modernos que lo han acusado de «una desagradable preocupación por su propia gloria» piensan en función de otra época. Hasta ese momento y de ahí en adelante, los más altos niveles de la literatura griega están impregnados del axioma según el cual ser digno de fama es la más honrosa de las aspiraciones, el incentivo de los mejores hombres para alcanzar las más altas cotas. Sócrates, Platón y Aristóteles lo aceptaron. Este ethos duró más que Grecia y Roma. La última palabra de la única épica inglesa es lofgeornost: «de lo más deseoso de fama». Cierra el lamento de los guerreros ante el difunto Beowulf."[48]
Hermann Bengston: "Si alguien tiene derecho a ser juzgado de acuerdo con las normas de su propio tiempo, este alguien es Alejandro."[49]
Robin Lane Fox: "Los historiadores, que no ven bien las guerras sin justificación ni las matanzas, ahora consideran a Alejandro excepcionalmente salvaje y cada vez más propenso a matar. Sus más viejos contemporáneos recuerdan a Hitler o Stalin (..) Hay historiadores modernos que, detestando el "imperialismo", intentan barrer estos movimientos considerándolos "pragmáticos" o muy limitados. Creo que sus prejuicios modernos les conducen a mal puerto, como les ocurre a muchos otros. Alejandro nació rey -- no derrocó una constitución, como Hitler. No tenía ni idea de qué era la limpieza étnica o racial. Quería incluir a los pueblos conquistados en su nuevo reino, el de Alejandro, mientras sus súbditos, por supuesto, pagaban tributos y no podían rebelarse" [50].
Victor Davis Hanson: "A demasiados estudiosos les gusta comparar a Alejandro con Aníbal o Napoleón. Un equivalente mucho mejor sería Hitler (...) ambos eran místicos chiflados, concentrados únicamente en el botín y el saqueo bajo la apariencia de llevar la 'cultura' a Oriente y 'liberar' a los pueblos oprimidos de un imperio corrupto. Ambos eran amables con los animales, mostraban deferencia a las mujeres, hablaban constantemente de su propio destino y divinidad, y podían ser especialmente corteses con subordinados aunque estuvieran planeando la destrucción de cientos de miles de personas, y asesinaron a sus colaboradores más íntimos."[51]
N. G. L. Hammond: "Hemos mencionado muchas facetas de la personalidad de Alejandro: sus profundos afectos, sus fuertes emociones, su valor sin límite, la brillantez y rapidez de su pensamiento, su curiosidad intelectual, su amor por la gloria, su espíritu competitivo, la aceptación de cualquier reto, su generosidad y su compasión; y, por otro lado, su ambición desmesurada, su despiadada fuerza de voluntad: sus deseos, pasiones y emociones sin freno (...) en suma, tenía muchas de las cualidades del buen salvaje."[52]
Paul Cartledge: "¿O no fue ninguno de estos [posibles Alejandros recreados por los sabios], o tenía algo de todos, o algunos, de ellos? (...) Mi Alejandro es una suerte de contradicción: un pragmatista con una veta de falsedad, pero también un entusiasta con una veta de romanticismo apasionado."[53

GENGIS KAN

Gengis Kan (mongol: Чингис Хаан, chino: 成吉思汗 pinyin: Chèngjísī Hàn, turco: Chengez Khan, Chinggis Khan, Chingis Khan), también escrito Genghis Khan, Cingiz Jan o, en transcripción española, Chinguis Jan (pronunciación en mongol moderno: /ʧiŋgɪs χaːŋ/ Genghis Khan.ogg ▶ (ayuda·info·en ventana) que significa en lengua mongol «el emperador de todos los hombres»}, (Delún Boldaq cerca de Chitá c.1162 (?) - Gansu 18 de agosto de 1227), fue un príncipe mongol que unificó a las tribus nómadas de esta etnia del norte de Asia, fundando el primer Imperio Mongol. Su verdadero nombre era Temüjin (cuyo nombre significa "el mejor acero"}. Bajo su liderazgo, los mongoles comenzarían una oleada de conquistas que extendería su dominio a un vastísimo territorio ocupando desde Europa Central hasta el sur de Asia. En el marco de esta expansión, las hordas mongoles conquistarían importantes reinos de Asia, como el Imperio Jin del norte de China (1211-1216), el Imperio Tangut, el reino Kara-Kitán y el Imperio de Jorasmia.
La lectura correcta en español sería Yenguis Jan, basada en la pronunciación persa del nombre. La ortografía más habitual de este nombre en las lenguas europeas es "Genghis Khan", ya que en ingles y francés no existe el sonido "j" /χ/, y se representa con kh. Por otra parte, la transcripción española más fiel a la pronunciación mongola sería "Chinguis Jan". El término jan (o kan) etimológicamente significa "príncipe" en persa mientras que la palabra Chinguis significa "océano" o "universal", esto es: "Príncipe Universal, en la época se pensaba que la tierra era una vasta llanura rodeada de agua, por lo que también se le denomina como "señor de todos los océanos" . En alusión a este título, la ciudad de Pekín fue conocida fuera de China por el nombre de Cambaluc (o Janbalic) en la época de dominio mongol (véanse los viajes de Marco Polo o Ibn Battuta).
Tabla de contenidos[ocultar]
1 Biografía
2 Unificación y expansión
3 Los ejércitos de Gengis Kan
4 Véase también
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Biografía [editar]

El nombre Gengis Kan en escritura tradicional mongola
El nombre original de Gengis Kan era Temüjin ("El acero mas fino",tamur-ji. la version china es T'ie mou jen, que significa, hombre supremo en la tierra) y nació en un ambiente aristocrático, en una sociedad profundamente “feudal”. Pertenecía al poderoso clan Borjigin y era hijo de Yesugei-Baghatur y por lo tanto nieto de un tal Qabul Kan que había hostilizado las fronteras de la China yuchen y poseído el título de khaqan.
Como descendientes de Qabul Kan el clan de Temuyin tenía un alto rango, aunque no parece haber ejercido un poder muy amplio debido a que los mongoles no eran uno de los pueblos más poderosos en la estepa. Sin embargo, la favorable situación de Temuyin y de su clan se ve truncada por la muerte de Yesugei, envenenado por los tártaros, y el consecuente abandono de los clanes que apoyaban a Yesugei, debido a que por aquel entonces el heredero no tendría más de diez años.A partir de este momento la familia de Temuyin (él, su madre y sus seis hermanos) se vieron abocados a vivir en la indigencia, alimentándose de la recolección agrícola y de la pesca, agravado esto por la persecución a la que se vieron sometidos por los clanes rivales, especialmente el de los 'taichi´ut que aspiraba al posible janato dejado vacante por la muerte de Yesugei.
En este período, mediante la participación en razzias y pequeñas incursiones, así como en otras actividades, comenzó a adquirir fidelidades de otros individuos jóvenes, muchas veces en su misma situación, que se unieron a él. Cabe destacar un personaje de bastante importancia que fue Jamuka, un joven de sangre noble que realizó juramento de anda o “hermano jurado” con Temuyin. Es indudable que la posición de Jamuka ayudó en cierta medida a su anda a subir posiciones en la carrera hacia el poder.Así se comenzó a formar el núcleo de lo que en futuro sería su guardia imperial. Pero más importante que el apoyo de Jamuka fue el de un antiguo aliado de su padre que había sido anda de este: Toghril, Jan de los keraitas, que le aceptó como un jefe de segunda fila. Su posición ahora favorable, unida al propio magnetismo personal de Temuyin, le proporcionó la adhesión voluntaria de aún más hombres a sus filas.
En este momento se produce un incidente que va a afianzar aún más el poder de Temuyin: su mujer Borte (también Börte o Bortei) es raptada por un clan merkita pero ya entonces Temuyin está en condiciones de pedir apoyo militar y también Jamuka aparece con su clan, de forma que el clan merkita es derrotado y la posición del futuro Gengis Kan afianzada.
Disputas y rivalidades por el poder llevaron a la separación de Jamuka y su anda de tal forma que el primero intentó retirar el apoyo a Temuyin, pero por motivos de linaje, de carisma personal o de mejor posición, muchos clanes bajo el mando de Jamuka se separaron de él para ponerse voluntariamente bajo el mando de Temuyin.

Unificación y expansión [editar]
Al final del siglo XII los yuchen (en China) promovieron una campaña contra los tártaros, a quienes habían utilizado anteriormente para eliminar a Qabul Kan, y que ahora se habían vuelto demasiado fuertes, empezando a resultar una amenaza. Para ello propusieron a los clanes keraitas (bajo el mando de Toghril) luchar contra sus vecinos por el oeste mientras los propios yuchen atacarían por el sur, al lado de su aliado lucharía Temuyin y sus hombres.
Cuando la campaña terminó, los tártaros habían dejado de ser un pueblo independiente y habían sido sometidos al poder de ambos clanes. Los chinos otorgaron títulos a sus aliados, pero en estos se reflejaba una subordinación de Temuyin a Toghril, que recibió el título de Wang (rey). Después de esta importante victoria ambos aliados siguieron sometiendo a una serie de tribus vecinas y ampliando aún más su poder. Y Jamuka, viendo semejante ascensión, reunió una coalición de todas las tribus descontentas o resentidas con Temuyin y su aliado.
El Wang-Jan Toghril, quizás también asustado por el creciente aumento de poder de Temuyin, ahora su anda, o debido a su avanzada edad, comenzó a desarrollar una actitud reacia a colaborar, hasta que esto acabó significando la ruptura. Concretamente, el desencadenante fue la negativa del Toghril a dar a su hija en matrimonio de Jochi (hijo mayor de Temuyin) esto provocó la ruptura y el preludio para la guerra entre ambas facciones. El Wang-Kan se alió con Jamuka y le puso al frente de su ejército. Cuando se produjo el enfrentamiento las divisiones internas entre la facción de Jamuka y Toghril les llevaron a la derrota, así como el abandono de muchos clanes que luchaban a su lado para adherirse voluntariamente a la causa de Temuyin, bajo la que veían mejores posibilidades de futuro.
Se produjo de esta manera la caída de los keraitas y el final de su existencia como clan independiente. Ahora el poder que más directamente competía con el futuro kan eran los naimanos, bajo cuya protección se habían refugiado Jamuka y sus seguidores. Los naimanos no tardaron en ser derrotados y sometidos (aunque bastantes sectores lo hicieron de nuevo de forma voluntaria) y Jamuka fue apresado y muerto. Los restos del clan merkita, que habían sido aliados de los naimanos fueron derrotados por Sübedei, miembro de la guardia personal de Temuyin y personaje que llegaría a ser el más brillante comandante al servicio del Khan.
En el año 1206 se celebra un quriltai, a las orillas del río Onon, que tradicionalmente se señala como el punto decisivo en la vida política de Temuyin. En este momento toma el título de khaqan y el nombre de Gengis Kan (Gengis significa “océano”, con lo que quería significar una soberanía tan amplia como el mar que circundaba la tierra, algo así como kan universal). También es en este momento cuando todas las tribus que formaban parte de la confederación pasan a denominarse mongoles y es bastante posible que la Yassak se promulgase en este quriltai.
En un escaso período de tiempo se sometió a los oirates y kirguises, también a los uiguros. Y una vez asentadas las bases de este gran poder comenzó la verdadera expansión, es decir, la invasión de las grandes potencias sedentarias que limitaban con Mongolia.
Son múltiples las teorías que explican las razones del inicio de esta expansión: se puede explicar por la explosión demográfica que se produjo en Mongolia en el siglo XIII, o bien como consecuencia de una desecación de los pastos que empujase a estas poblaciones a buscar nuevos territorios a los que expandirse, pero probablemente la teoría que mejor explica esta expansión es la que se fundamenta en la propia razón de ser del régimen: las tribus de las estepas estaban unidas principalmente, y como era de esperar de un pueblo guerrero, por la vía militar; si no se le daba a esa formación un objetivo claro la coalición de tribus rápidamente se disolvería como ya había ocurrido en otras ocasiones. Era, por tanto, necesario buscar un enemigo común, y si además podía proporcionar abundante botín y riquezas para todos, mejor. Así, se planteó la gran ambición de los pueblos nómadas de las estepas: la conquista de China.
China estaba dividida en el siglo XII en cuatro reinos, el primero en ser atacado fue el de Hsi-hsia o Xixia.Los pueblos de la frontera, en principio aliados de los chinos, comenzaban ya por estas fechas a perder su lealtad hacia los chin y tras una serie de duros ataques capitularon y se sometieron al poderío mongol. Es necesario resaltar la minuciosidad de Gengis Kan, el cual siempre, antes de invadir a un pueblo más avanzado, reunía información de forma exhaustiva mediante los habitantes de las fronteras o, la mayoría de las veces, mediante comerciantes, casi siempre musulmanes (a estos que les convenía ver las estepas bajo un solo caudillo). Con este reino sometido Gengis Kan ya tenía una plataforma adecuada para atacar a los yuchen, además estaba ganando una importante experiencia a la hora de combatir ciudades sedentarias fortificadas.
El ataque a los chin se enfocó como un conflicto de carácter nacional y racial en el que los pueblos turco-mongoles se unían contra los pueblos que ocupaban las provincias septentrionales de China. De esta forma los öngutos que custodiaban las fronteras norteñas de los chin y otros pueblos como los ch´i-tan (kitan) se unieron con rapidez a la causa mongola.Así Gengis Kan llegó hasta Pekín en el 1214, aunque la ciudad fue tomada un año más tarde por Muqali, uno de sus generales, requiriéndose la atención del Gran Khan en el oeste.
Poco después el avance mongol en China se detuvo, probablemente debido a dos factores: por un lado la propia visión de Gengis Kan le llevó a la conclusión de que una penetración más profunda en China supondría de su recién creado ejército un esfuerzo demasiado agotador, y además lo dejaba a merced de algunos pueblos nómadas no totalmente “domados” que se situaban en sus flancos y que podían aprovechar el momento para asestar un duro golpe a su imperio, y por otro lado en estos momentos el sur de China se hallaba en un situación bastante más favorable que la zona septentrional, de por sí más débil. El dominio total de China no habría de llegar por tanto hasta los tiempos del nieto de Gengis Kan: Kublai que llegará a ser uno de los más importantes emperadores de China. En estas circunstancias Gengis Jan cesó su avance en China y volvió para eliminar algunos núcleos de resistencia naimana y merkita en la zona del Altai.
El derrotado líder de los naimanos se había refugiado con los restos de su ejército en el reino de Kara-kitai y había sustituido a los turcos musulmanes en el gobierno. En ese momento gran parte de sus vasallos se anexionaron voluntariamente a las filas del jan mongol, Küchlüg (el líder naimano) tomó serias represalias contra los traidores y contra muchas facciones islámicas que lo apoyaban. De esta manera aquellos que se habían unido al kan pidieron auxilio y Jebe (otro de los importantes generales de la guardia personal de Gengis Kan) llegó al reino de Kara-kitai con un ejército mongol y fue recibido como un liberador eliminando a Küchlüg en 1218 e incorporando el reino de Kara-kitai al naciente imperio mongol.
Así, por primera vez, el extenso imperio mongol tenía una frontera con el estado musulmán del Jwarizm, gobernado por el sha Ala al-din Muhammad. Éste era un punto comercial muy importante y Gengis Kan había intentado propiciar un libre paso de mercaderes a toda la extensión del imperio, por lo que en un principio no pareció tener intenciones de atacar este estado. Sin embargo, el gobernante de Jwarizm atacó una importante caravana que regresaba de Mongolia y que además llevaba una misión diplomática mongola, negándose más tarde a pagar retribución por el saqueo y asesinato de sus miembros. Esto, y la tentación de hacerse con el control total de las rutas comerciales entre oriente y occidente impulsaron a Gengis Kan a atacar a los musulmanes.
De nuevo, recopilando información de los mercaderes, preparó con gran cuidado su ataque, que dividió en tres grupos. El sha, que no confiaba demasiado en su ejército por diversas disquisiciones internas, había dividido sus contingentes en grupos pequeños, fáciles de asaltar por separado, quizá para asegurarse que no adquiriese demasiado poder el factor militar. Esta falta de cohesión dentro del propio estado musulmán, y la propia actitud del sha, que escapó con su corte en cuanto los mongoles hicieron su aparición, propició una rápida victoria por parte de Gengis Kan y sus generales. Así, asoló Bujara y Samarcanda, que se había convertido en la capital de Jwarezm, mientras dos de sus generales avanzaban sobre otras ciudades al norte y al sur.
El heredero del sha' Jalal al-Din, por otra parte un genial estratega y bastante apoyado por el pueblo, presentó batalla a los mongoles con el ejército que consiguió reorganizar de su padre y a pesar de enfrentarse al grueso del ejército mongol podía haber hecho algo de no verse envuelto en luchas intestinas y rivalidades internas. En este caso también se puede decir claramente que la caída del reino de Jwarezm se debió a inestabilidad interna, principalmente. El avance mongol fue imparable, de forma que cuando el Gran Jan marchó y en el 1223 el reino de Jwarizm había sido completamente conquistado.
Después de esto Gengis Jan se dedicó a reprimir revueltas y a afianzar su poder en el este, en especial en la zona de Hsi-Hsia que se había negado a enviar tropas para la última campaña atisbándose focos de posible rebelión. Estos focos no quedaron exterminados hasta la muerte del Gran Jan en el año 1227.

Los ejércitos de Gengis Kan [editar]
Artículo principal: Avances militares de Gengis Kan
Los mongoles eran un pueblo guerrero donde todos los hombres libres (pertenecientes a la aristocracia) se entrenaban para la guerra desde jóvenes y con una tradición de jinetes muy poderosa y muy antigua. Esto, unido a las reformas radicales que introdujo Gengis Kan en la organización del ejército: división de éste en grupos de 10.000, 1.000, 100 y 10 hombres, el empleo de una importante red de mensajeros para enviar sus órdenes, el establecimiento de unos comisarios de logística para suministrar caballos de refresco y equipo, y por supuesto la formación de su guardia personal (compuesta en gran parte por sus hijos y otros familiares) que tuvo un papel clave en toda la historia del Imperio mongol.
Gengis Kan realizó reformas en su ejército que le dieron muchas claves de la victoria militar, reforzó a límites nunca alcanzados en las estepas la disciplina y dividió sus ejércitos en unidades decimales. Aunque ya era familiar a los turcos y a los propios mongoles este sistema, Gengis Kan introdujo una innovación al formar las unidades mezclando etnias y tribus, lo que obviamente mejoró la cohesión interna del ejército en los niveles más fundamentales.
El ejército se componía casi exclusivamente de caballería y más tarde también dispondría de un cuerpo de ingenieros para realizar los asedios. El arco era el arma más efectiva y temida de los mongoles, era un arco pequeño -fácil de usar mientras se marchaba velozmente a caballo- y muy tensado por lo que las flechas -que poseían en su parte posterior un dispositivo que con el aire emitía un silbido por el cual prácticamente sin ver el arquero mongol sabía la dirección hacia la que apuntaba- fuertemente impulsadas podían atravesar armaduras. Los soldados mongoles solían vestir de forma adecuada para soportar bajas temperaturas y solían ir equipados con todo aquello que les permitiese realizar grandes viajes sin hacer de sus monturas caballos de carga en lugar de animales de guerra. Sabemos que los avíos de la tropa eran rigurosamente inspeccionados y se castigaba a aquellos que mantenían su equipo en malas condiciones.
La comida de campaña solía consistir en el sano yogurt y kumiz (leche de yegua fermentada, esto es: una bebida alcohólica) y una bolsa de mijo que duraba varios días.
La formación más habitual de los mongoles consistía en dos líneas de caballería pesada al frente y tres líneas de caballería ligera detrás, ésta se adelantaba y utilizaba sus arcos para después retirarse y dejar paso a la devastadora caballería pesada.
El caballo mongol, derivado del tarpán era pequeño y enjuto, muy bien adiestrado para la guerra (no olvidemos que se trata de pueblos nómadas con una larguísima tradición como criadores de ganado, incluidos los caballos). Podía alcanzar unos 15 km/h de media y los estribos (probablemente un invento chino) permitían al jinete disparar mientras se desplazaba a gran velocidad. El ejército mongol es máximo ejemplo de efectividad en el manejo y aprovechamiento del predecesor de la guerra mecanizada.
Otro aspecto muy importante en la organización militar de Gengis Kan son las comunicaciones, a las que el gran kan dedicó una atención especial. Construyó yans o puntos de posta para los mensajeros con comida, bebida y caballos de repuesto. Gengis Kan jamás se embarcó en una campaña sin reunir toda la información que necesitase sobre su enemigo, era frecuente que los espías viajasen en las caravanas comerciales, o que se extrajese la información directamente de los comerciantes.
Un aspecto destacado de la figura de Gengis Kan es su utilización de la guerra psicológica y la implantación de un régimen de terror en muchos de los territorios conquistados. Los mongoles ejecutaron matanzas realmente repugnantes y exhibían los resultados de éstas para hacer cundir el pánico entre la población.
Otra de las ventajas estratégicas fundamentales del ejército mongol es el desconocimiento que sus enemigos tenían de ellos, siendo así muy difícil para sus adversarios calcular su número. Se utilizaban estratagemas como montar muñecos en los caballos sobrantes, por ejemplo. Eso, unido a la gran movilidad de los ejércitos esteparios, ponía el factor sorpresa siempre de su lado.

Véase también [editar]

ATILA EL AZOTE DE DIOS


Atila (nacido hacia el 406 y muerto en el 453) fue el último y más poderoso líder de los hunos. Gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo desde el 434 hasta su muerte. Sus posesiones se extendían desde Europa Central hasta el Mar Negro, y desde el Danubio hasta el Báltico. Durante su reinado fue uno de los más acérrimos enemigos de los Imperios romanos Oriental y Occidental: invadió dos veces los Balcanes, estuvo a punto de tomar la ciudad de Roma y llegó a sitiar Constantinopla en la segunda de las ocasiones. Marchó a través de Francia hasta llegar incluso a Orleans antes de que le obligaran a retroceder en la batalla de los Campos Cataláunicos (Châlons-sur-Marne), y logró hacer huir al emperador Valentiniano III de su capital, Rávena, en el 452.
Aunque su imperio murió con él y no dejó ninguna herencia destacada, se convirtió en una figura legendaria de la historia de Europa. En gran parte de la Europa Occidental se le recuerda como el paradigma de la crueldad y la rapiña. Algunos historiadores, en cambio, lo han retratado como un rey grande y noble, y tres sagas escandinavas lo incluyen entre sus personajes principales.
Tabla de contenidos[ocultar]
1 Orígenes
2 El trono compartido
3 Rey único
4 Atila en Occidente
5 Invasión de Italia y muerte de Atila
6 Apariencia, carácter y nombre
7 La herencia de Atila
8 Fuentes
9 Bibliografía
10 Enlaces externos
10.1 En inglés
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Orígenes [editar]
Artículo principal: Hunos
Los hunos europeos parecen haber sido una rama occidental de los hsiung-nu', grupo proto-mongol o proto-túrquico de tribus nómadas del noreste de China y del Asia Central. Estos pueblos lograron superar militarmente a sus rivales (muchos de ellos de refinada cultura y civilización) por su predisposición para la guerra, su asombrosa movilidad y sus armas específicas, tales como el arco huno.
Atila nació en torno al año 406. En cuanto a su infancia, la suposición de que a temprana edad era ya un jefe capaz y un avezado guerrero es razonable pero no existe forma de constatarla. Tras la muerte de su padre Atila se encuentra con su tio y decide acompañarlo para aprender el arte de la guerra.

El trono compartido [editar]
Hacia el 432, los hunos se unificaron bajo el rey Rua o Rugila. En el 434 murió Rua, dejando a sus sobrinos Atila y Bleda, hijos de su hermano Mundzuk, al mando de todas las tribus hunas. En aquel momento los hunos se encontraban en plena negociación con los embajadores de Teodosio II acerca de la entrega de varias tribus renegadas que se habían refugiado en el seno del imperio de Oriente. Al año siguiente, Atila y Bleda tuvieron un encuentro con la legación imperial en Margus (actualmente Pozarevac) y, sentados todos en la grupa de los caballos a la manera huna, negociaron un tratado. Los romanos acordaron no sólo devolver las tribus fugitivas (que habían sido un auxilio más que bienvenido contra los vándalos), sino también duplicar el tributo anteriormente pagado por el imperio, de 350 libras romanas de oro (casi 115 kg), abrir los mercados a los comerciantes hunos y pagar un rescate de ocho sólidos por cada romano prisionero de los hunos. Éstos, satisfechos con el tratado, levantaron sus campamentos y partieron hacia el interior del continente, tal vez con el propósito de consolidar y fortalecer su imperio. Teodosio utilizó esta oportunidad para reforzar los muros de Constantinopla, construyendo las primeras murallas marítimas de la ciudad, y para levantar líneas defensivas en la frontera a lo largo del Danubio.

El imperio huno se extendía desde las estepas de Asia Central hasta la actual Alemania, y desde el Danubio hasta el Báltico
Los hunos permanecieron fuera de la vista de los romanos durante los siguientes cinco años. Durante este tiempo llevaron a cabo una invasión de Persia. Sin embargo, una contraofensiva persa en Armenia concluyó con la derrota de Atila y Bleda, quienes renunciaron a sus planes de conquista. En el 440 reaparecieron en las fronteras del imperio oriental, atacando a los mercaderes de la ribera norte del Danubio, a los que protegía el tratado vigente. Atila y Bleda amenazaron con la guerra abierta, sosteniendo que los romanos habían faltado a sus compromisos y que el obispo de Margus (cercana a la actual Belgrado) había cruzado el Danubio para saquear y profanar las tumbas reales hunas de la orilla norte del Danubio. Cruzaron entonces este río y arrasaron las ciudades y fuertes ilirios a lo largo de la ribera, entre ellas –según Prisco– Viminacium, que era una ciudad de los Moesios en Iliria. Su avance comenzó en Margus, ya que cuando los romanos debatieron la posibilidad de entregar al obispo acusado de profanación, éste huyó en secreto a los bárbaros y les entregó la ciudad.
Teodosio había desguarnecido las defensas ribereñas como consecuencia de la captura de Cartago por el vándalo Geiserico en el 440 y la invasión de Armenia por el sasánida Yazdegerd II en el 441. Esto dejó Atila y Bleda el camino abierto a través de Iliria y los Balcanes, que se apresuraron a invadir en el mismo 441. El ejército huno, habiendo saqueado Margus y Viminacium, tomó Sigindunum (la moderna Belgrado) y Sirmium antes de detener las operaciones. Siguió entonces una tregua a lo largo del 442, momento que aprovechó Teodosio para traer sus tropas del Norte de África y disponer una gran emisión de moneda para financiar la guerra contra los hunos. Hechos estos preparativos, consideró que podía permitirse rechazar las exigencias de los reyes bárbaros.
La respuesta de Atila y Bleda fue retomar la campaña (443). Golpeando a lo largo del Danubio, tomaron los centros militares de Ratiara y sitiaron con éxito Naissus (actual Nis) mediante el empleo de arietes y torres de asalto rodantes (sofisticaciones militares novedosas entre los hunos). Más tarde, presionando a lo largo del Nisava tomaron Serdica (Sofía), Filípolis (Plovdiv) y Arcadiópolis. Enfrentaron y destruyeron tropas romanas en las afueras de Constantinopla y sólo se detuvieron por la falta del adecuado material de asedio capaz de abrir brecha en las ciclópeas murallas de la ciudad. Teodosio admitió la derrota y envió al cortesano Anatolio para que negociara los términos de la paz, que fueron más rigurosos que en el anterior tratado: el emperador acordó entregar más de 6.000 libras romanas (unos 1.963 kg) de oro como indemnización por haber faltado a los términos del pacto; el tributo anual se triplicó, alcanzando la cantidad de 2.100 libras romanas (unos 687 kg) de oro; y el rescate por cada romano prisionero pasaba a ser de 12 sólidos.
Satisfechos durante un tiempo sus deseos, los reyes hunos se retiraron al interior de su imperio. De acuerdo con Jordanes (quien sigue a Prisco), en algún momento del periodo de calma que siguió a la retirada de los hunos desde Bizancio (probablemente en torno al 445), Bleda murió y Atila quedó como único rey. Existe abundante especulación histórica sobre si Atila asesinó a su hermano o si Bleda murió por otras causas. En todo caso, Atila era ahora el señor indiscutido de los hunos y nuevamente se volvió hacia el imperio oriental.

Rey único [editar]
Tras la partida de los hunos, Constantinopla sufrió graves desastres, tanto naturales como causados por el hombre: sangrientos disturbios entre aficionados a las carreras de carros del Hipódromo; epidemias en el 445 y 446, la segunda a continuación de una hambruna; y toda una serie de terremotos que duró cuatro meses, derruyó buena parte de las murallas y mató a miles de personas, ocasionando una nueva epidemia. Este último golpe tuvo lugar en el 447, justo cuando Atila, habiendo consolidado su poder, partió de nuevo hacia el sur, entrando en el imperio a través de Moesia. El ejército romano, bajo el mando del magister militum godo Arnegisclo, le hizo frente en el río Vid y fue vencido aunque no sin antes ocasionar graves pérdidas al enemigo. Los hunos quedaron sin oposición y se dedicaron al pillaje a lo largo de los Balcanes, llegando incluso hasta las Termópilas. Constantinopla misma se salvó gracias a la intervención del prefecto Flavio Constantino, quien organizó brigadas ciudadanas para la reconstrucción de las murallas dañadas por los sísmos (y, en algunos lugares, para construir una nueva línea de fortificación delante de la antigua).
Ha llegado hasta nosotros un relato de la invasión:
La nación bárbara de los hunos, que habitaba en Tracia, llegó a ser tan grande que más de cien ciudades fueron capturadas y Constantinopla llegó casi a estar en peligro y la mayoría de los hombres huyeron de ella (…) Y hubo tantos asesinatos y derramamientos de sangre que no se podía contar a los muertos. ¡Ay, que incluso capturaron iglesias y monasterios y degollaron a monjes y doncellas en gran número!
Callínico, Vida de San Hipatio
Atila reclamó como condición para la paz que los romanos continuaran pagando un tributo en oro y que evacuaran una franja de tierra cuya anchura iba de las trescientas millas hacia el este desde Sigindunum hasta las cien millas al sur del Danubio. Las negociaciones continuaron entre romanos y hunos durante aproximadamente tres años. El historiador Prisco fue enviado como embajador al campamento de Atila en el 448. Los fragmentos de sus informes, conservados por Jordanes, nos ofrecen una gráfica descripción de Atila entres sus numerosas esposas, su bufón escita y su enano moro, impasible y sin joyas en medio del esplendor de sus cortesanos:

“La Fiesta de Atila”, cuadro del pintor húngaro Mór Than. Se basa en el fragmento de Prisco, al que representa de blanco en la parte derecha, sosteniendo su libro de historia.
Se había preparado una lujosa comida, servida en vajilla de plata, para nosotros y nuestros bárbaros huéspedes, pero Atila no comió más que carne en un plato de madera. En todo lo demás se mostró también templado; su copa era de madera, mientras que al resto de nuestros huéspedes se les ofrecían cálices de oro y plata. Su vestido, igualmente, era muy simple, alardeando sólo de limpieza. La espada que llevaba al costado, los lazos de sus zapatos escitas y la brida de su caballo carecían de adornos, a diferencia de los otros escitas, que llevaban oro o gemas o cualquier otra cosa preciosa.
Durante estos tres años, de acuerdo con una leyenda recogida por Jordanes, Atila descubrió la “Espada de Marte”:
Dice el historiador Prisco que fue descubierta en las siguientes circunstancias: Cierto pastor descubrió que un ternero de su rebaño cojeaba y no fue capaz de encontrar la causa de la herida. Siguió ansiosamente el rastro de la sangre y halló al cabo una espada con la que el animal se había herido mientras pastaba en la hierba. La recogió y la llevó directamente a Atila. Éste se deleitó con el regalo y, siendo ambicioso, pensó que se le había destinado a ser señor de todo el mundo y que por medio de la Espada de Marte tenía garantizada la supremacía en todas las guerras.
Jordanes, Origen y gestas de los godos” (XXXV)
Más tarde, el estudioso Juan Carlos Quito N. identificaría esta leyenda como perteneciente a un patrón de culto a la espada común entre los nómadas de las estepas de Asia Central.

Atila en Occidente [editar]
Ya en el 450 había proclamado Atila su intención de atacar al poderoso reino visigodo de Toulouse en alianza con el emperador Valentiniano III. Atila había estado anteriormente en buenas relaciones con el imperio occidental y con su gobernante de facto , Flavio Aecio. Aecio había pasado un breve exilio entre los hunos en el 433, y las tropas que Atila le había proporcionado contra los godos y los burgundios habían contribuido a conseguirle el título –más que nada honorífico– de “magister militum” en occidente. Los regalos y los esfuerzos diplomáticos de Geiserico, que se oponía y temía a los visigodos, pudieron influir también en los planes de Atila.
En cualquier caso, en la primavera del 450, la hermana de Valentiniano, Honoria, a la que contra su voluntad habían prometido con un senador, envió al rey huno una demanda de ayuda juntamente con su anillo. Aunque es probable que Honoria no tuviera intención de proponerle matrimonio, Atila escogió interpretar así su mensaje. Aceptó, pidiéndole como dote la mitad del imperio occidental. Cuando Valentiniano descubrió lo sucedido, sólo la influencia de su madre, Gala Placidia, consiguió que enviara a Honoria al exilio en vez de matarla. Escribió a Atila negando categóricamente la legitimidad de la supuesta oferta de matrimonio. Atila, sin dejarse convencer, envió una embajada a Rávena para proclamar la inocencia de Honoria y la legitimidad de su propuesta de esponsales, así como que él mismo se encargaría de venir a reclamar lo que era suyo por derecho.
Mientras tanto, Teodosio murió a consecuencia de una caída de caballo y su sucesor, Marciano, interrumpió el pago del tributo a finales del 450. Las sucesivas invasiones de los hunos y de otras tribus habían dejado los Balcanes con poco que saquear. El rey de los salios había muerto y la lucha sucesoria entre sus dos hijos condujo a un enfrentamiento entre Atila y Aecio. Atila apoyaba al hijo mayor, mientras que Aecio lo hacía al pequeño. Bury piensa que la intención de Atila al marchar hacia el oeste era la de extender su reino –ya para entonces el más poderoso del continente– hasta la Galia y las costas del Atlántico. Para cuando reunió a todos sus vasallos (gépidos, ostrogodos, rugianos, escirianos, hérulos, turingios, alanos, burgundios, etc.) e inició su marcha hacia el oeste, había ya enviado ofertas de alianza tanto a los visigodos como a los romanos.
En el 451 su llegada a Bélgica con un ejército que Jordanes cifra en medio millón de hombres puso pronto en claro cuáles eran sus verdaderas intenciones. El 7 de abril tomó Metz, obligando a Aecio a ponerse en movimiento para hacerle frente con tropas reclutadas entre los francos, burgundios y celtas. Una embajada de Avitus y el constante avance de Atila hacia el oeste convencieron al rey visigodo, Teodorico I, de aliarse con los romanos. El ejército combinado de ambos llegó a Orleans por delante de Atila, cortando así su avance. Aecio persiguió a los hunos y les dio caza cerca de Châlons-en-Champagne, trabando la batalla de los Campos Cataláunicos, que terminó con la victoria de la alianza godo-romana, aunque Teodorico perdió la vida en el combate. Atila se replegó más allá de sus fronteras y sus aliados se desbandaron.

Invasión de Italia y muerte de Atila [editar]

Atila y sus hunos invadiendo Italia
Atila apareció de nuevo en el 452 para exigir su matrimonio con Honoria, invadiendo y saqueando Italia a su paso. Su ejército sometió a pillaje numerosas ciudades y arrasó Aquilea hasta sus cimientos. Valentiniano huyó de Rávena a Roma. Aecio permaneció en campaña, pero sin potencia militar suficiente para presentar batalla
Finalmente, Atila se detuvo en el Po, a donde acudió una embajada formada, entre otros, por el prefecto Trigecio, el cónsul Avieno y el papa León I. Tras el encuentro inició la retirada sin reclamar ya ni su matrimonio con Honoria ni los territorios que deseaba.
Se han ofrecido muchas explicaciones para este hecho. Puede que las epidemias y hambrunas que coincidieron con su invasión debilitaran su ejército, o que las tropas que Marciano envió al otro lado del Danubio le forzaran a regresar, o quizá ambas cosas. Prisco cuenta que un temor supersticioso al destino de Alarico, que murió poco después del saqueo de Roma en el 410, hizo detenerse a los hunos. Próspero de Aquitania afirma que el papa León, ayudado por San Pedro y San Pablo, le convenció para que se retirara de la ciudad. Seguramente la indudable personalidad de San León Magno tuvo más que ver con la retirada de Atila que la entrega a éste de una gran cantidad de oro, como suponen algunos autores, dado que tenía ya al alcance de su mano la plena posesión de la fuente de la que ese oro manaba.

El encuentro de San León Magno y Atila, de Rafael, en el que se puede ver a San Pedro y San Pablo apoyando al papa desde lo alto en su encuentro con el rey huno.
Cualesquiera que fuesen sus razones, Atila dejó Italia y regresó a su palacio más allá del Danubio. Desde allí planeó atacar nuevamente Constantinopla y exigir el tributo que Marciano había dejado de pagar. Pero la muerte le sorprendió a comienzos del 453. El relato de Prisco dice que cierta noche, tras los festejos de celebración de su última boda (con una goda llamada Ildico), sufrió una grave hemorragia nasal que le ocasionó la muerte. Sus soldados, al descubrir su fallecimiento, le lloraron cortándose el pelo e hiriéndose con las espadas, pues –como señala Jordanes– “el más grande de todos los guerreros no había de ser llorado con lamentos de mujer ni con lágrimas, sino con sangre de hombres” . Lo enterraron en un triple sarcófago –de oro, plata y hierro– junto con el botín de sus conquistas, y los que participaron en el funeral fueron ejecutados para mantener secreto el lugar de enterramiento. Tras su muerte, siguió viviendo como figura legendaria: los personajes de Etzel en el Cantar de los Nibelungos y de Atli en la Saga de los Volsung y la Edda poética se inspiran vagamente en su figura.
Otra versión de su muerte es la que nos ofrece, ochenta años después del suceso, el cronista romano Conde Marcelino: “Atila, rey de los hunos y saqueador de las provincias de Europa, fue atravesado por la mano y la daga de su mujer”. También la Saga de los Volsung y la Edda poética sostienen que el rey Atli (Atila) murió a manos de su mujer Gudrun, pero la mayoría de los estudiosos rechazan estos relatos como puras fantasías románticas y prefieren la versión dada por Prisco, contemporáneo de Atila. Siendo este el fin de 8 años que duro las invasiones de los hunos, los bárbaros que hicieron retroceder y extinguirse a Roma, el Imperio Romano de Occidente que lo único que quedaba prácticamente era Roma fue terminada y destruida por los vándalos, otro pueblo bárbaros.
Sus hijos Elac (al que había designado heredero), Dengizik y Ernak lucharon por la sucesión y, divididos, fueron vencidos y desperdigados el año siguiente en la batalla de Nedao por una coalición de pueblos diversos (ostrogodos, hérulos, gépidos, etc). Su imperio no sobrevivió a Atila.

Apariencia, carácter y nombre [editar]
hunos, y en el que se habían establecido, como del tamaño de una ciudad grande, con sólidos muros de madera. Al propio Atila lo retrata así:
Corto de estatura, de ancho pecho y cabeza grande; sus ojos eran pequeños, su barba fina y salpicada de canas; y tenía la nariz chata y la tez morena, mostrando la evidencia de su origen”.
La apariencia física de Atila debía ser, muy probablemente, la de alguien del Extremo Oriente o del tipo mongol, o quizá una mezcla de este tipo y del de los pueblos túrquicos de Asia Central. En realidad, seguramente mostraba rasgos del oriente asiático, que los europeos no estaban acostumbrados a ver, y por eso lo describieron con frecuencia en términos poco elogiosos.
Atila es conocido en la historia y la tradición occidentales como el inflexible “Azote de Dios”, y su nombre ha pasado a ser sinónimo de crueldad y barbarie. Algo de esto ha podido surgir de la fusión de sus rasgos, en la imaginación popular, con los de los posteriores señores esteparios de la guerra, como Gengis Kan y Tamerlán: todos ellos comparten la misma fama de crueles, inteligentes, sanguinarios y amantes de la batalla y el pillaje. La realidad sobre sus caracteres respectivos puede ser más compleja. Los hunos del tiempo de Atila se habían relacionado durante algún tiempo con la civilización romana, particularmente a través de los aliados germanos (foederati) de la frontera, de modo que cuando Teodosio envió su embajada del 448, Prisco pudo identificar como lenguas comunes en la horda el huno, el gótico y el latín. Cuenta también Prisco su encuentro con un romano occidental cautivo, que había asimilado tan completamente la forma de vida de los hunos que no tenía ningún deseo de volver a su país de origen. Y la descripción del historiador bizantino de la humildad y sencillez de Atila no ofrece dudas sobre la admiración que le causa. Asimismo, está claro de los relatos del mismo Prisco, que Atila no sólo hablaba perfectamente el latín, sino que sabía escribirlo; además hablaba griego y otros idiomas, por lo que muy probablemente se trató de un hombre de gran cultura para los cánones de la época.
El contexto histórico de la vida de Atila tuvo gran trascendencia a la hora de configurar su posterior imagen pública: En los años de la decadencia del Imperio occidental, tanto sus conflictos con Aecio (conocido a menudo como “el último romano”) como lo ajeno de su cultura contribuyeron a cubrirlo con la máscara de bárbaro feroz y enemigo de la civilización con la que ha sido reflejado en un sinnúmero de películas y otras manifestaciones artísticas. Los poemas épicos germanos en los que aparece nos ofrecen un retrato más matizado: es tanto un aliado noble y generoso –el Etzel del Cantar de los Nibelungos– como cruel y rapaz –Atli, en la Saga de los Volsung y en la Edda poética–. Algunas historias nacionales, sin embargo, le retratan siempre bajo una luz favorable. En Hungría y Turquía los nombres de Atila y su última mujer, Ildico, siguen siendo populares actualmente. De forma parecida, el escritor húngaro Geza Gardonyi, en su novela A láthatatlan ember (publicada en español con el título de El esclavo de Atila ), ofrece una imagen positiva del rey huno, describiéndolo como un jefe sabio y querido.
Se ha clasificado a Atila como un "bárbaro" sin darse cuenta de que lo romanos llamaban así a cualquier pueblo que no fuera romano o romanizado, sin importar su grado de cultura ni su estado de civilización. Hay que tener en cuenta, a la hora de formarse una idea correcta del personaje, que lo relatos que nos han llegado son todos de pluma de sus enemigos, por lo que es imprescindible un adecuado expurgo de los mismos.
Aparte de esto, no es improbable que el jefe de una nación guerrera (un jefe inteligente) sopesara la ventaja propagandística de ser considerado por sus enemigos "el Azote de Dios", y que debido a ello fomentara esa imagen entre ellos.
El nombre de Atila podría significar “Padrecito”, del gótico “atta” (padre), con el sufijo diminutivo “-la”, ya que sabemos que muchos godos sirvieron en sus ejércitos. Podría ser también una forma pre-turca, de origen altaico (compárese con Ataturk y con Alma-Ata, la actual Almaty). Es muy posible que provenga de “atta” (padre) y de “il” (tierra, país), con el sentido de “tierra paterna” o “madre patria”. Atil era también el nombre altaico del actual Volga, río que tal vez dio su nombre a Atila.

La herencia de Atila [editar]
Los Hunos están intentando en la actualidad lograr su reconocimiento como minoría étnica en Hungría. Más de 100.000 hunos descendientes del Azote de Dios podrían vivir hoy entre Hungría y sus países vecinos. A pesar de su gran fama, poco se sabe del fin de este pueblo que atravesó 10.000 km hasta llegar desde Mongolia a Hungria. La hipotesis más razonable parece ser que la desintegración del imperio de los hunos a la muerte de Atila, y las enfermedades europeas(para un pueblo de la estepa asiatica con un sistema inmunologico muy diferente) dividieron y diezmaron a la población, que se fue mezclando por diferentes regiones, principalmente en Hungria y Rumania. No parece muy logico, que tras 100 años de asentamiento en Europa, ese pueblo desapareciera por completo, o volviera a rehacer el camino a la actual Mongolia.